—¿Una Quilmes?
—Una Quilmes, posta.
—Che, pero ¿tenés canje con la marca, algo así?
—No, el asunto fue que el Negro compraba la carne a un negocio en el que se vendían productos argentinos y yo le pedí que trajera unas Quilmes. Y me dio bola. Era su primer cumpleaños desde que yo estaba allá, y hasta invitó a los flacos que viven conmigo: "Y traé a los boludos ésos (sic)". La pasamos de puta madre. Cerveza, samba y asado. Duró como un día...
—Que te acuerdes lo que hicieron, entre tanta birra, es un buen síntoma.
—Y tomamos, ¿eh? En un momento había unos amigos de Ronaldinho que se pusieron a hacer jueguito y él estaba al lado mío, en un sillón, hasta que se calentó: se paró, pidió la pelota y, todavía no sé cómo, la levantó con el tobillo derecho, con la parte de afuera, como una cuchara, y encima descalzo. La levantó, la levantó, durmiéndola, sin que picara, sin pegarle, hasta que ¡la mató con la boca! Jamás había visto eso.
—Y después te calentaste vos, me imagino.
—¿¡Con ese nene ahí!? Yo estaba quietito. Y decí, menos mal, que Ronaldinho tenía un par de vasos de más, ¿eh? Sí, menos mal.
MAXI LOPEZ
1 comentario:
un groso este pibe, pero en serio. no e joda, como lo toma el periodismo. el pibe hizo una carrera a base de esfuerzo y mal no le va, ni le va a ir.
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