Aldo Poy (memrable palomita que lo convirtio en idolo)nos recuerda porque el Negro Fontanarrosa no llego a Primera.
Un gran cuatro, el Negro. Como Eber Ludueña, pero con talento.
—¿Jugó con él? O él con usted, perdón.
—Je, sí, sí. Y él decía que no había podido llegar a Primera por dos motivos.
—A ver...
—Uno, la pierna derecha. Y el otro, pobre, la izquierda.
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